En el post anterior os compartimos unas pinceladas acerca del concepto y las ventajas del autocuidado describiendo tres aspectos principales acerca del mismo: el autocuidado del cuerpo, mental y holístico. En el post de hoy, ampliaremos la información acerca del autocuidado del cuerpo, os contaremos cómo repercute directamente en nuestra salud física y os daremos una serie de consejos aplicables en la rutina diaria para mejorarla.
¿En qué consiste el autocuidado del cuerpo?
La gran mayoría de nosotros nos hemos acostumbrado a seguir rutinas impuestas de manera externa, dejándonos llevar por las circunstancias laborales o sociales, que a menudo nos conducen a estados de estrés y desconexión con nosotros mismos. Dejamos de percibir las sensaciones que nos transmite nuestro cuerpo, como toques de atención o alarma ante situaciones que le están perjudicando. Si esta desconexión se prolonga en el tiempo, puede conducir a la aparición de síntomas permanentes que desembocan en malestar físico e incluso, enfermedades.
Establecer rutinas de autocuidado físicas nos ayuda a reanudar la conexión con nuestro cuerpo, entendemos las sensaciones que percibimos y podemos actuar en consecuencia.
¿Cómo establezco rutinas de autocuidado físico?
Para reestablecer la conexión con nuestro cuerpo debemos hacer un trabajo personal y cuestionarnos nuestros hábitos.
¿Como me siento cuando realizo esta actividad? ¿Lleno de energía y con ganas de hacer más cosas? ¿Cansado y sin motivación?
Notaremos que llevar a cabo ciertos hábitos nos renueva energéticamente y nos proporciona vitalidad, mientras que otras actividades hacen que nos sintamos cansados y con pesadez de cuerpo. Al inicio, puede hacerse difícil distinguir que acciones nos conducirán a llenarnos de energía y cuáles nos transmitirán pesadez. Por eso, os hemos preparado un listado de preguntas sencillas que podéis plantearos a la hora de establecer vuestras rutinas de autocuidado del cuerpo:
¿Qué comemos?
La dieta es una parte indispensable para lograr la salud física. Hay alimentos que te revitalizan y depuran tu organismo, mientras que otros te proporcionan energía “rápida” pero esta dura poco tiempo, además provocan pesadez de estómago y mucho sueño tras su consumo.
Elige una dieta saludable y equilibrada con horarios de comida regulares y raciones medianas. Evita los alimentos procesados, ricos en grasas y azúcares.
¿Qué bebemos?
Beber suficiente agua resulta clave para recuperar la conexión con tu cuerpo. Nuestro cuerpo está compuesto de agua en su mayor parte y necesitamos nutrirlo con ella de forma regular. Sin embargo, hemos encontrado diversos sustitutos que nos suprimen la sensación de sed pero no nos hidratan.
Los refrescos azucarados, la cerveza y otros alcoholes no hidratan nuestro cuerpo, sino al contrario. Proporciona a tu cuerpo un mínimo de litro y medio de agua al día, esta puede ser en forma de infusiones o tisanas.
¿Cómo nos movemos?
Cuando hablamos del autocuidado del cuerpo, resulta evidente que debemos plantearnos de qué manera le damos uso y actividad. Somos animales con una gran capacidad de movimiento, y más aún, necesitamos movernos, si no lo hacemos nuestros músculos y articulaciones se atrofian y nos encontramos cansados conastantemente. En cambio, hacer deporte y proporcionar movimiento al cuerpo, nos proporciona vitalidad, conexión y salud.
Comenzar el día haciendo deporte te dará energía para enfrentar el día con ligereza. Puedes elegir cualquier posibilidad: correr, yoga, baile, da paseos. Elige entornos naturales siempre que puedas.
¿Cómo descansamos?
El buen descanso resulta tan importante como la alimentación o el deporte para nuestro autocuidado y salud física. Dormir poco y mal nos deja sin energía, todos nos hemos dado cuenta de ello. Pero ¿cuáles son los secretos para dormir bien?
Establece pequeños rituales que te conduzcan al sueño; procura irte a dormir siempre en los mismos horarios, intenta dormir por la noche durante un mínimo de 6 horas y un máximo de 8 horas; apaga las pantallas electrónicas y no consumas excitantes unas horas antes de irte a la cama; no hagas cenas copiosas; encuentra las actividades relajantes que te ayudan a dormir mejor: leer, meditar, realizar estiramientos…
Dormir la siesta puede provocar que duermas poco por la noche si estas son demasiado largas. En cambio, una siesta de unos 20 – 30 minutos puede darte mucha vitalidad en la segunda parte de tu día.
Esperamos que estos consejos te resulten útiles a la hora de establecer rutinas de autocuidado y que los puedas practicar en tu día a día. Si consigues ser constante, tendrán muy buenas repercusiones en tu salud física.
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